De lo necesario para hacer una maestría


Es martes 3 de diciembre. La próxima semana presentaré mi examen para obtener el grado de maestro en historia. Estoy más o menos convencido de que actuaron fuerzas oscuras para impedirlo y de que, si he llegado a este punto, es porque poseo una terquedad monumental. Acá un listado del periplo por el que tuve que pasar: 

1. Cuando comencé a concebir el proyecto para entrar, me acababan de sacar una de las muelas del juicio, así que el planteamiento primigenio lo debí escribir completamente medicado. 

2. En la misma semana que empecé, Estefanía comenzó a trabajar en el restaurante de un hotel del Centro Histórico. La rutina se nos volteó y fue muy difícil para los dos. Comencé a acostumbrarme a trabajar en un Starbucks por la sencilla razón de que era el único café que cerraba a las 11 de la noche, hora en la que ella salía. 

3. Naturalmente, me hicieron cliente del mes en Starbucks y me dieron una tarjeta dorada que no sirve para mucho pero que es muy mona. 

4. Luego del terremoto de 2017, tuvimos que terminar el semestre en otras aulas de la zona cultural porque la Facultad estuvo en reparación. Lo bueno de ello es que le dio otra perspectiva a mi tesis, que es sobre la infraestructura educativa. 

5. Un semestre entero la biblioteca de la Facultad estuvo en remodelación y todos íbamos retrasadísimos porque no podíamos sacar libros. 

6. Una vez me asaltaron y perdí mis credenciales de la UNAM y de la Biblioteca Vasconcelos, sin las cuales no podía sacar libros. La reposición de la primera tardó seis meses y de la segunda no he hecho el intento siquiera. 

7. Un semestre entero me alimenté de pastes y café. Era lo que me daba tiempo de comprar para llegar a tiempo a mi cita en el Archivo General de la Nación.

8. Otro semestre entero me la pasé todos los sábados en la Biblioteca Vasconcelos. Me alimenté sólo de las horribles ensaladas que venden en Forum Buenavista.  

9. Durante la maestría, debía presentar un idioma aparte del inglés. Estefanía asumió como suyo el compromiso para prepararme con la comprensión de Francés y, durante tres meses, no hicimos otra cosa los viernes. 

10. Una vez Estefanía se fue de viaje dos semanas y me mantuve con una dieta de whisky y autodesprecio. Escribí tres cuartas partes de un capítulo. 

11. En el camino perdimos gente muy valiosa, como nuestro querido maestro, don Álvaro Matute, y nuestro amigo Vicente Méndez. 

12. En el camino, también, mamá se fastidió una rodilla y papá se volvió diabético. Yo bajé como seis kilos. 

13. Una semana antes de presentar el examen, me ha dado una gripe y una infección en la garganta de campeonato. Supongo que es la forma en la que mi cuerpo pide a gritos que descanse. 

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